Anabela Ascar, una de las figuras más icónicas de la televisión argentina, ha sido capturada en un momento que ha desatado la indignación de muchos. A sus 70 años, la exconductora de Crónica TV fue vista en una clínica en Belgrano, donde supuestamente se coló en la fila, un gesto que ha reavivado el debate sobre el olvido y el desprecio en el mundo del espectáculo. La imagen de Anabela, que una vez fue sinónimo de primicias y noticias urgentes, ahora circula por las redes sociales como símbolo de una triste realidad: el olvido duele.
Testigos del incidente relatan que Ascar llegó a la clínica, ignoró la fila y se dirigió directamente a la recepción, lo que provocó una rápida reacción en redes, donde fue acusada de falta de respeto. Este episodio cotidiano, aunque aparentemente insignificante, revela una verdad más profunda sobre la fragilidad de la fama y la soledad que acecha a quienes una vez fueron estrellas.
Anabela, quien brilló en la televisión con su estilo único y su capacidad para conectar con la audiencia, ha visto cómo los años han pasado y su nombre ha quedado en el olvido. En 2014, en una aparición casual, expresó su desazón por la falta de trabajo: “Las estrellas tienen trabajo”, afirmó, reflejando su dolor por ser ignorada por la industria que la consagró.
El tiempo ha demostrado que el espectáculo es implacable. Hoy, Anabela no es noticia por un regreso triunfal, sino por un gesto criticado que ha reavivado el interés en su historia. Mientras la gente comparte su imagen con desdén, surge la pregunta: ¿es justo juzgarla por un error humano, o es esto un reflejo de nuestra propia vulnerabilidad ante el olvido?
A medida que las críticas se multiplican, Anabela guarda silencio, quizás cansada de defenderse. Su historia, una advertencia sobre la fugacidad de la fama, nos recuerda que detrás de cada figura olvidada hay una vida llena de luchas y soledad. En un mundo donde el olvido es una forma silenciosa de crueldad, esperamos que algún día su voz vuelva a resonar, no por homenajes, sino por su verdadero talento.