Salvador Pineda, el icónico galán de las telenovelas mexicanas, ha sorprendido al mundo al romper su silencio a los 72 años con una escalofriante confesión: “la muerte está tocando a mi puerta”. En una impactante entrevista, Pineda no solo reveló su lucha personal con la soledad y el abandono, sino que también lanzó acusaciones explosivas contra tres de las estrellas más prominentes del cine mexicano: Eugenio Derbez, Gael García Bernal y Diego Luna. Según él, estos actores desviaron millones de pesos destinados al crecimiento del cine mexicano para financiar sus propios proyectos, traicionando así la esencia de un fideicomiso creado para apoyar a cineastas emergentes.
La declaración de Pineda, cargada de amargura y desilusión, ha encendido el debate en la industria. Asegura que los fondos, destinados a apoyar voces nuevas y audaces, han terminado en manos de aquellos que ya tenían acceso a la fama y al poder. La situación se torna aún más inquietante cuando menciona la figura de Danny Glover, quien presuntamente recibió 5 millones de dólares por un proyecto relacionado con Diego Luna, evidenciando la corrupción en el manejo de recursos públicos.
En medio de su lucha por recuperarse de una grave lesión que lo ha dejado sin trabajo y en una situación financiera crítica, Pineda revela que ha buscado ayuda en la Asociación Nacional de Actores, solo para ser rechazado. Un hombre que una vez brilló en la pantalla, ahora se enfrenta a la dura realidad de la soledad y el abandono por parte de la industria que lo catapultó a la fama.
Con la voz temblorosa, Pineda se muestra resignado, pero su historia resuena como una llamada de atención sobre el trato que reciben los artistas veteranos en México. Mientras el telón se cierra lentamente sobre su carrera, su mensaje es claro: es hora de reflexionar sobre cómo honramos a aquellos que nos han dejado un legado cultural. Su confesión no solo conmueve, sino que plantea preguntas urgentes sobre la responsabilidad de la industria hacia sus propios íconos. La muerte puede estar tocando a su puerta, pero su voz aún resuena con fuerza.