El príncipe William ha tomado una decisión drástica y sin precedentes al excluir a la reina consorte Camilla de su fiesta de cumpleaños número 43, un acto que ha sacudido los cimientos de la familia real británica. La crisis estalló tras la filtración de un audio en el que Camilla hacía comentarios hirientes sobre la salud de la princesa Catherine, lo que desató la furia del futuro rey, quien calificó la situación como una traición imperdonable.
El escándalo comenzó cuando un micrófono oculto captó a Camilla burlándose de la atención que recibió Kate durante su reciente enfermedad, insinuando que su fragilidad era utilizada para generar compasión pública. Esta revelación, que llegó a los medios a través de un tuit anónimo, provocó una ola de indignación y llevó a William a convocar a altos funcionarios del palacio para comunicar su decisión: Camilla no estaría presente en su celebración.
El ambiente en el palacio se tornó tenso, con reportes de conversaciones difíciles entre el rey Carlos y su hijo. Mientras algunos defendían la postura de William, otros temían las repercusiones de hacer públicas las tensiones familiares. La ausencia de Camilla en lo que debía ser una celebración familiar ha dejado claro que el príncipe está dispuesto a priorizar su lealtad hacia Kate y sus hijos sobre la fachada de unidad que la monarquía ha mantenido durante décadas.
Este escándalo no solo revela las tensiones ocultas dentro de la familia real, sino que también marca un punto de inflexión en la forma en que William se posiciona como futuro rey. Su decisión de excluir a Camilla ha resonado en el público, generando un apoyo masivo hacia Kate en las redes sociales, donde el hashtag #TeamKate se convirtió en tendencia.
La crisis real está lejos de resolverse. La pregunta que queda en el aire es: ¿podrá la familia real recuperarse de este golpe, o hemos sido testigos del inicio de una fractura irreversible? La historia apenas comienza a desarrollarse, y el mundo observa con atención cada movimiento dentro de los muros del palacio.