EN UN DESCUBRIMIENTO SORPRENDENTE, LA POLICÍA, BAJO EL MANDO DEL COMISIONADO HARFUCH, HA ABIERTO LA CASA DE CARLOS GONZÁLEZ, ÚNICO SOBREVIVIENTE DEL GRUPO FUGITIVO, Y HA DESCUBIERTO UN ALTAR DEDICADO A LA SANTA MUERTE. La operación, que comenzó con un cateo rutinario, se tornó en un inquietante hallazgo que podría cambiar el rumbo de la investigación por la muerte de cinco músicos.
Los agentes, al ingresar a la vivienda, se encontraron con un ambiente cargado de un olor extraño, una mezcla de incienso y humedad. En una esquina, un altar macabro reveló una figura de la Santa Muerte, rodeada de veladoras, fotografías antiguas y objetos perturbadores que sugieren la realización de rituales oscuros. Entre los hallazgos, una libreta negra contenía nombres de los fallecidos, junto a oraciones y peticiones inquietantes, lo que ha llevado a especulaciones sobre posibles pactos oscuros.
Los vecinos, que describían a Carlos como un hombre amable y reservado, nunca imaginaron que detrás de esa fachada se ocultaba un santuario de prácticas ocultas. A medida que la noticia se filtra, las redes sociales estallan con teorías que van desde la brujería hasta la manipulación psicológica. La presión sobre Harfuch y su equipo crece, ya que el caso ahora no solo involucra un crimen, sino un posible ritual de sacrificio.
Carlos, que hasta ahora había sido considerado una víctima, se encuentra bajo un intenso escrutinio. Su conexión con los objetos hallados en su casa y la libreta, que podría contener evidencias cruciales, lo coloca en el centro de un misterio que trasciende lo criminal. La fiscalía no ha descartado la posibilidad de acusarlo formalmente, mientras que la comunidad clama por respuestas.
Este caso, que comenzó como una tragedia musical, se transforma rápidamente en un enigma espiritual. La búsqueda de la verdad apenas comienza, y el tiempo corre. La sociedad está a la expectativa, preguntándose qué secretos se esconden detrás de la figura de un hombre que podría ser tanto víctima como perpetrador.