El escándalo estalla en el Ministerio del Interior: Fernando Grande Marlaska ha sido acusado de filtrar información crucial para proteger al ex número tres del Partido Socialista, Santos Cerdán, quien se encuentra tras las rejas por su supuesta implicación en una red de corrupción. La Guardia Civil, a través de su unidad central operativa, había puesto en marcha una operación encubierta en la prisión de Soto del Real, buscando desentrañar nuevas conexiones entre Cerdán y miembros del Gobierno. Sin embargo, en un giro sorprendente, se ha revelado que Ángel Luis Ortiz, secretario general de instituciones penitenciarias y hombre de confianza de Marlaska, socavó la operación, alertando a los abogados de Cerdán sobre los movimientos de la Guardia Civil.
Este acto ha desactivado la investigación y permitido a los implicados reorganizarse, dejando a los investigadores en un estado de indignación. La UCO ha calificado esta maniobra como un “sabotaje político”, denunciando que no fue un error de coordinación, sino una decisión deliberada que ha frustrado un avance crucial en el caso. Este escándalo no es nuevo para Ortiz, quien ha estado vinculado a negociaciones turbias con Bildu y ha aparecido en grabaciones relacionadas con otros casos de corrupción.
La situación plantea serias preguntas sobre la integridad del Gobierno de Pedro Sánchez, ya que parece que se activa un “cortafuegos institucional” cada vez que la corrupción toca a su partido. Marlaska ha tomado partido, priorizando la protección del PSOE sobre la justicia. Este último episodio revela una alarmante falta de compromiso con la transparencia y la rendición de cuentas en el ámbito político. La operación para desentrañar el caso Coldo ha sido un golpe devastador, y la confianza en las instituciones se tambalea. La sociedad exige respuestas inmediatas.