La vida lujosa de Rubby Pérez, reconocido como “el caballero del merengue”, dejó huella en el corazón de muchos y reveló un estilo de vida que abarcaba ostentación y pasión por la música. Su mansión, ubicada en Altos de Arroyo Hondo, Santo Domingo, valorada en 3.5 millones de dólares, era un reflejo de su estatus. Este impresionante hogar de 850 m² combinaba elegancia clásica y moderna, con un vestíbulo que contaba con mármol italiano y una lámpara de cristal de Murano, diseñada especialmente para él.
La residencia albergaba cinco lujosas habitaciones y una suite principal de 120 m², donde Rubby disfrutaba de su café matutino mientras se preparaba para el día. Su cocina, aunque lujosa, mantenía un toque tradicional, donde su cocinera de confianza, Doña Clara, preparaba su plato favorito, el zancocho. Sin embargo, el espacio más significativo era su estudio de grabación, equipado con tecnología de punta, donde Rubby grabó sus últimos álbumes y cultivó su legado musical.
Su colección automovilística, que incluía un Bentley Continental GT y un Porsche 911 Turbo S, reflejaba su amor por los vehículos de alta gama. A lo largo de su carrera, Rubby acumuló una fortuna estimada en 25 millones de dólares, proveniente de conciertos y astutas inversiones. Sin embargo, su riqueza no lo alejó de sus raíces; era conocido por su generosidad, donando parte de sus ingresos a causas benéficas.
A pesar de su éxito, Rubby mantenía una conexión genuina con la sencillez. Su vida se vio truncada trágicamente el 9 de abril de 2025, cuando un colapso en la discoteca Jetset, donde estaba inaugurando un evento, resultó en su muerte y la de otros 10 asistentes. Esta tragedia desató un duelo nacional y una investigación sobre las condiciones del local, revelando negligencias en la remodelación. Rubby Pérez no solo será recordado por su música, sino también por su legado humano y artístico, que continúa inspirando a nuevas generaciones.