Olivia Rodrigo, la estrella del pop que había prometido deslumbrar a sus fans mexicanos, se encontró en medio de una tormenta de críticas tras su concierto en la Ciudad de México la noche del 2 de abril. A pesar de la gran expectativa y una multitud de más de 65,000 personas, el espectáculo resultó ser una decepción monumental. Los asistentes quedaron atónitos al ver un escenario sin la espectacularidad que caracteriza a sus presentaciones en otras ciudades, con un setlist que se redujo a solo 20 canciones y una duración de apenas una hora y 40 minutos.

La artista, vestida con un corset plateado y botas gruesas, no ofreció cambios de vestuario y omitió momentos icónicos de su show, como el esperado segmento en el que canta sobre una luna. Los fans, que habían viajado desde lejos y gastado grandes sumas de dinero, expresaron su frustración en redes sociales, describiendo el evento como “el más flojo de toda la gira”. La reacción fue instantánea: memes y críticas se multiplicaron, reflejando el descontento generalizado. Un negocio de tamales incluso aprovechó la ocasión para burlarse con una pancarta que decía: “Tamales completos, no como el show de alguien”.

La comunidad de fans está dividida: algunos consideran que Olivia falló en ofrecer lo que prometió, mientras que otros piensan que las críticas son exageradas. Sin embargo, lo que está claro es que la joven cantante dejó a su público con un amargo sabor de boca. La pregunta persiste: ¿qué sucedió con el espectáculo que debería haber sido una celebración del talento de Rodrigo? Este concierto, que prometía ser inolvidable, se transformó en un episodio de vergüenza para la artista y su equipo, dejando a muchos preguntándose si su éxito ha empañado su compromiso con sus seguidores.