**ASÍ ERA LA ESCALOFRIANTE VIDA en el brote de sífilis de 1495**
Un oscuro capítulo de la historia se remonta a 1495, cuando Europa, en pleno Renacimiento, fue sacudida por un brote de sífilis que desató el pánico y la moralidad en crisis. Los soldados que regresaban de la invasión francesa de Nápoles traían consigo una enfermedad desconocida, caracterizada por dolorosas lesiones cutáneas y una mortalidad alarmante. La sífilis, inicialmente conocida como “el mal francés”, se propagó rápidamente, convirtiéndose en una de las principales causas de muerte en el continente.
La enfermedad, que se esparció entre mercenarios y trabajadores 𝑠e𝑥uales, generó una guerra de culpas entre naciones, cada una intentando desvincularse de su estigma. Mientras Francia la llamaba “mal napolitano”, otros países la atribuían a sus enemigos, creando un ambiente de desconfianza y temor. La comunidad médica, sin respuestas claras, recurría a tratamientos ineficaces y peligrosos, desde baños en vino hasta el uso de mercurio, que solo empeoraban la situación.
La historia de la sífilis es también un reflejo del estigma social. Asociada a la promiscuidad, la enfermedad se convirtió en un espejo de los prejuicios de la época, llevando a la deshumanización de sus víctimas. A medida que los siglos pasaron, la sífilis continuó su letal camino, transformándose en un desafío para la salud pública moderna.
Hoy, la Organización Mundial de la Salud estima que 8 millones de personas se contagian anualmente, y aunque algunos países han logrado la eliminación de la enfermedad, el estigma y la desinformación siguen siendo obstáculos cruciales. Este oscuro legado de la sífilis nos recuerda que, a pesar de los avances médicos, la historia puede repetirse si no aprendemos de ella.