Earl Spencer ha tomado una decisión drástica y sin precedentes al excluir a los hijos de Harry y Meghan, Archie y Lilibet, de la herencia familiar de los Spencer, en medio de una polémica desatada por un video que muestra a la pareja en la tumba de la princesa Diana. Este escándalo se origina en una grabación clandestina que, según fuentes, fue orquestada por Meghan y Harry sin el consentimiento del conde Charles Spencer, hermano de Diana. Lo que debía ser un homenaje íntimo se ha convertido en una controversia de gran magnitud.
La indignación de Spencer es palpable. Tras descubrir que las imágenes fueron captadas con un dron en un lugar sagrado y cuya privacidad ha sido celosamente protegida, el conde no dudó en actuar. En un comunicado contundente, afirmó que el legado de Diana no sería utilizado como una herramienta de autopromoción. Esta declaración ha desencadenado una tormenta mediática, polarizando opiniones tanto en el Reino Unido como en Estados Unidos.
El video, que muestra a Meghan y Harry caminando solemnemente junto al lago donde descansa Diana, fue presentado como un tributo privado, pero pronto se reveló que fue una producción cuidadosamente planificada. Expertos han señalado que las imágenes violan las estrictas normas de acceso a la finca Alzorp, donde se encuentra la tumba, lo que ha llevado a Spencer a actuar con severidad, revocando cualquier derecho futuro a títulos nobiliarios y propiedades para los hijos de los Sus𝑠e𝑥.
La decisión de Spencer no solo afecta a Archie y Lilibet, sino que también marca un punto de quiebre en la relación entre las familias. Mientras la controversia se intensifica, surgen preguntas inquietantes sobre el futuro de los niños en el contexto de su linaje y el legado de Diana. La batalla por el control de la memoria de la princesa ha comenzado, y las repercusiones de este escándalo podrían ser devastadoras tanto para los Sus𝑠e𝑥 como para la familia Spencer.