El escándalo mediático que rodea a Georgina Barbarosa ha estallado nuevamente, reavivando viejas heridas y preguntas sin respuesta. La conductora Viviana Canosa, en un comentario desafortunado durante su programa, insinuó que el esposo fallecido de Barbarosa, Miguel Ángel “el Vasco” Lecuna, estaba vinculado a actividades delictivas. Este ataque verbal ha desatado la furia de la actriz y presentadora, quien, con voz quebrada, defendió la memoria de su difunto marido, recordando que fue el amor de su vida y que tocar su historia es un acto cruel.
El crimen de Lecuna, asesinado a puñaladas en 2001 en un intento de robo, sigue envuelto en misterio y especulaciones. Aunque la versión oficial habla de un asalto violento, diversas teorías han surgido a lo largo de los años, desde vínculos con la mafia de taxis hasta ajustes de cuentas personales. Sin embargo, la falta de avances en la investigación ha dejado a la familia atrapada en un limbo de dolor y sin respuestas.
Barbarosa, visiblemente afectada, enfatizó que no se debe jugar con el dolor ajeno y que los ataques mediáticos pueden tener consecuencias devastadoras, especialmente cuando hay niños involucrados. Su reacción no solo es una defensa de su historia personal, sino un llamado a la ética en la televisión, donde el morbo a menudo supera la sensibilidad.
En medio de esta tormenta, la actriz se muestra firme: “No se toca a los muertos”. Su mensaje es claro y contundente, recordando que detrás de cada escándalo hay personas que sufren. La controversia no solo ha reavivado el interés por el caso de Lecuna, sino que también ha puesto de manifiesto la necesidad de un trato más humano en los medios. La lucha por la memoria de un ser querido no termina con su muerte, y Barbarosa continúa siendo su voz en un mundo que a menudo parece olvidar el costo del espectáculo.