Pedro Sánchez está dispuesto a todo para mantenerse en el poder. En una jugada sorprendente, ha ofrecido un referéndum a Carles Puigdemont a cambio de su apoyo para aprobar los presupuestos generales del Estado para 2026. Este movimiento llega en medio de un escándalo que ha sacudido a su círculo más cercano en Cataluña, donde Santos Cerdán, su mano derecha, ha sido señalado como el cerebro de una trama corrupta con ecos del caso Palau.
La situación es crítica: Puigdemont, habitualmente vocal, ha guardado silencio durante más de una semana, lo que ha generado inquietud. Mientras tanto, el Tribunal Constitucional, bajo control del gobierno, se prepara para validar la amnistía, un factor que podría cambiar las reglas del juego. A pesar de la tormenta política, JxCat no contempla romper con Sánchez, temiendo que elecciones anticipadas los releguen al grupo mixto, debilitando su influencia.
Esquerra, por su parte, siente el olor de la sangre y busca distanciarse, mientras JxCat se aferra a la oportunidad de exprimir cada gota de poder que les queda. La posibilidad de un referéndum, aunque nebulosa, atrae a los independentistas, que ven en ello una oportunidad para ganar más votos. Para Sánchez, este movimiento podría ser su salvación, permitiéndole mantenerse en la Moncloa al menos hasta 2026.
La pregunta que queda en el aire es: ¿qué significa realmente este referéndum? Mientras el país observa con atención, el escenario se vuelve cada vez más tenso. La política española está en un punto de ebullición, y las decisiones que se tomen en los próximos días podrían redefinir el futuro de la nación.