¡Tragedia en el mundo del merengue! Julio Mateo, conocido como Rasputín, falleció el pasado sábado a los 63 años tras una lucha incansable contra las secuelas de un accidente cerebrovascular. La noticia ha dejado a sus seguidores y a la comunidad musical en estado de shock, recordando a un ícono que unió generaciones con su trompeta y su voz.
Nacido el 23 de septiembre de 1955 en Asua, Rasputín no solo fue un destacado músico, sino también un maestro del merengue que dejó una huella imborrable en la música dominicana. Su talento lo llevó a formar parte de orquestas legendarias como Los Hijos del Rey y Vilfrido Vargas, donde brilló con su energía y pasión. Sin embargo, su vida estuvo marcada por altibajos. Tras sufrir dos derrames cerebrales, su salud se deterioró, y aunque parecía estar en recuperación, el destino le tenía reservado un final inesperado.
El viernes 2 de noviembre, Rasputín tenía un show programado, pero nunca llegó. Su hijo, preocupado por la falta de respuesta, encontró su cuerpo en su hogar. La noticia se esparció rápidamente, y el dolor por su partida resonó en todos aquellos que disfrutaron de sus melodías, que siguen sonando en fiestas y celebraciones. Rasputín fue más que un músico; fue un símbolo de alegría y esperanza para muchos.
El legado musical de Julio Mateo perdurará, pero su ausencia deja un vacío en el corazón de quienes lo admiraron. El 5 de noviembre, fue sepultado en el Cementerio Los Prados, mientras su música sigue viva, recordándonos que, aunque físicamente se haya ido, su espíritu y su arte permanecerán eternos en la memoria colectiva. ¡Hasta siempre, Rasputín!