**Título: ¡Se le volteó la tortilla a EEUU! México dará un golpe durísimo!!!**
En un giro sorprendente que sacude los cimientos del comercio norteamericano, México ha decidido romper con décadas de dependencia hacia Estados Unidos y dirigir su mirada hacia Canadá. Este cambio radical se desencadenó tras la reciente imposición de un arancel del 17% al jitomate mexicano por parte del gobierno de Donald Trump, un golpe que muchos consideran el clavo final en una política de castigo económico.
En lugar de ceder a la presión, los productores mexicanos han tomado las riendas de su futuro. Con el liderazgo de la Asociación Nacional de Importadores y Exportadores de México (Aniarm), encabezada por Gerardo Tajonar Castro, se está trazando un nuevo mapa comercial. La industria del jitomate, que genera más de 2,800 millones de dólares anuales, ha comenzado a diversificarse, buscando nuevas rutas y alianzas.
La respuesta a la ofensiva estadounidense ha sido astuta y estratégica. La creación de una red ferroviaria intermodal refrigerada ha eliminado los obstáculos logísticos que antes limitaban la exportación hacia Canadá. Ahora, los jitomates pueden llegar frescos y rápidamente a los mercados canadienses, donde se generan oportunidades de negocio por más de 310 millones de dólares anuales.
Este movimiento no solo es una reacción, sino una transformación estructural. Con un mercado canadiense libre de las sorpresas que caracterizan la relación con Estados Unidos, México está decidido a construir un sistema exportador sostenible. La urgencia es palpable, ya que la dependencia del mercado estadounidense se ha convertido en una vulnerabilidad insostenible.
Mientras tanto, en Washington, el discurso oficial se mantiene inalterado. Sin embargo, la realidad es que el nuevo arancel amenaza no solo a los productores mexicanos, sino también a los consumidores estadounidenses, quienes podrían ver un aumento en los precios de productos básicos. La guerra comercial que se avecina plantea un desafío monumental, y México ha decidido no ser más un espectador pasivo. La tortilla se ha volteado, y el mensaje es claro: el jitomate mexicano ya no será rehén de las decisiones de Washington.