El mundo del entretenimiento y la lucha libre se paraliza ante la devastadora noticia: Hulk Hogan, el ícono inmortal, ha fallecido a los 72 años. La mañana del 24 de julio de 2025, en su hogar de Clearwater, Florida, el legendario Terry Bolea fue encontrado sin vida, tras sufrir un paro cardíaco fulminante. Su esposa Sky, quien regresó de hacer unas compras, lo halló tendido en el suelo, y a pesar de los esfuerzos de los paramédicos, su última batalla fue en vano.
Hogan, conocido por su inquebrantable espíritu en el ring, había enfrentado una vida llena de dolor físico, operaciones y problemas personales. A lo largo de su carrera, se convirtió en un símbolo de esperanza para millones de niños, pero en sus últimos años, las sombras de su vida personal se hicieron más pesadas que los aplausos que solía recibir. La noticia de su muerte se esparció rápidamente, dejando a fanáticos y colegas en estado de shock.
Desde la WWE hasta las redes sociales, tributos comenzaron a inundar el espacio digital. Estrellas como Dwayne “The Rock” Johnson y John Cena expresaron su dolor, reconociendo que sin Hogan, sus propias carreras no existirían. La tristeza colectiva se palpó en cada rincón del planeta, desde Japón hasta Argentina, donde se organizaron ceremonias espontáneas en su honor.
La familia de Hogan optó por un funeral íntimo, lejos de las multitudes que deseaban rendir homenaje. Sin embargo, cientos de aficionados se congregaron fuera del cementerio, llevando velas y recuerdos, llorando por la pérdida de un padre, un hermano, un héroe. Su legado, marcado por la lucha y la resiliencia, perdurará en cada corazón que alguna vez encontró fuerza en su figura.
Hulk Hogan ya no está, pero su espíritu vive en cada grito de aliento, en cada lágrima derramada, en cada historia compartida. La leyenda de Hulk Hogan no ha muerto; se ha transformado en un eco eterno, un símbolo de lucha que resonará por generaciones.