**Título: El colapso de Lizy Tagliani: ¿Cuánto puede soportar una figura del espectáculo?**
En un giro dramático que ha sacudido la televisión argentina, Lizy Tagliani se descompuso en vivo durante una llamada al programa “LAM” tras enfrentar acusaciones devastadoras de Viviana Canosa. En un momento que dejó a todos boquiabiertos, la humorista, conocida por su carisma y resiliencia, se vio abrumada por el estrés acumulado y la presión mediática, lo que culminó en una leve descompensación que la llevó a cortar abruptamente la comunicación.
La tensión comenzó cuando Lizy decidió romper su silencio sobre las graves acusaciones lanzadas por Canosa, que incluían insinuaciones sobre un supuesto abuso a menores, algo que Tagliani niega rotundamente. En medio de su intervención, la llamada se interrumpió, y los espectadores pensaron que era un problema técnico. Sin embargo, Ángel de Brito reveló que su pareja, Sebastián Nebot, había confirmado que Lizy se había descompuesto por la angustia que le generaban las acusaciones.
Con lágrimas en los ojos, Lizy compartió su dolor y su historia de vida, enfatizando cómo las palabras pueden tener un impacto real y devastador. “Nunca me llamaron para preguntarme si es verdad. No voy a parar hasta que se sepa la verdad”, expresó, reflejando la angustia que siente no solo por sí misma, sino también por su pareja Florencia, quien se ha visto arrastrada a esta tormenta mediática.
Este episodio no solo ha generado un intenso debate sobre los límites de la televisión y la responsabilidad de los medios, sino que también ha puesto de manifiesto el costo emocional que enfrentan quienes están en el ojo público. Mientras Lizy se recupera y se pone a disposición de la justicia, la pregunta persiste: ¿hasta dónde estamos dispuestos a llegar por un minuto de atención? La televisión puede ser un espectáculo, pero detrás de cada figura hay una persona real lidiando con consecuencias que a menudo son invisibles.