Un escándalo sacude el gabinete de Javier Milei tras la revelación de una reunión secreta entre el ministro de Justicia, Mariano Cuño Livarona, y el activista estadounidense Tim Ballard. Una cámara oculta ha capturado a Livarona ofreciendo su apoyo a Ballard, quien es conocido por su lucha contra el tráfico de personas, en un encuentro que tuvo lugar en un lujoso departamento de Nueva York.
Las imágenes muestran al ministro comprometiéndose a facilitar reuniones con jueces y medios de comunicación en Argentina, mientras elogia el trabajo de Ballard y su organización. “Te consigo medios. Perfecto. Te consigo jueces”, dice Livarona, dejando entrever que su intención es blanquear la imagen de Ballard en el país. La conversación revela un plan audaz para inspirar un proyecto de ley basado en la película “Sonido de libertad”, que aborda la trata de personas.
El ministro no se detiene ahí. Ofrece enviar un modelo de ley que él mismo ha redactado, asegurando que este podría ser un hito en la lucha contra el tráfico de personas en Argentina. “Estoy trabajando en un código para todo el país”, afirma, lo que plantea serias preguntas sobre la ética de su involucramiento en estas gestiones.
La filtración de este material ha generado un torbellino político, con opositores pidiendo la renuncia de Livarona. La situación se complica aún más con la posibilidad de que este tipo de colaboración entre funcionarios y activistas pueda estar cruzando líneas legales y éticas. La ministra de Desarrollo Social, Patricia Bullrich, quien anteriormente había criticado a Ballard, se encuentra bajo presión para pronunciarse sobre este escándalo.
A medida que la noticia se difunde, la sociedad argentina observa con preocupación cómo un ministro del gobierno de Milei se ve envuelto en un escándalo que podría tener repercusiones significativas en la lucha contra el tráfico de personas y la credibilidad del gobierno. La tensión está en el aire, y la pregunta que muchos se hacen es: ¿qué pasará ahora con el futuro político de Mariano Cuño Livarona?